Saturday, November 18, 2006

Legado (primer recuerdo)

La mente de mi abuela se va desprendiendo como aquellas hojas amarillas que sucumben por el paso del tiempo y yo me siento con el deber moral y espiritual de rescatar su memoria que es la raíz de mi propia identidad. Quiero traer al presente ese legado que hoy se pierde entre los pliegues de su senilidad y esas ganas de vivir que hoy la han abandonado.

UN TESORO DE PODER

Una tarde, cuando yo era muy pequeña, estábamos mi abuela y yo en el living del departamento. Ella, sentada en el sillón grande y yo de rodillas frente a una mesa pequeña, pintando.
Mi abuela, muy quieta, se encontraba ensimismada en su lectura y, cada cierto rato, me miraba.
Fue en una de esas veces que me pidió que me sentara a su lado. dejó el libro en sus piernas y me dijo que me diría algo mágico, que posiblemente cambiaría mi vida.
No recuerdo con exactitud muchas de sus palabras, pero lo que no se ha borrado de mi mente fue:
* Leer es un acto maravilloso porque puedes viajar en el tiempo, ir a países donde nunca estarás y conocer gente muy distinta a ti. Y lo más mágico es que puede hacer todo eso sin moverte de tu sitio.
* La lectura te hará libre porque la imaginación no tiene fronteras y te enseñará, además, palabras nuevas para decir lo que piensas y sientes.
Enseguida me contó que en ese momento ella viajaba por China y estaba en una casa en donde la mujer trabajaba para ayudarle al marido en el campo. Me habló de Pearl Buck y de su libro "La buena tierra"
Acto seguido me invitó a dejar de pintar y a escuchar la historia.
Todo lo que mi abuela me dijo esa tarde se ha cumplido a cabalidad. he viajado quizás más que muchos exploradores; he recorrido el pasado y el futuro sin una máquina del tiempo; me he hecho de muchos amigos y, sobre todo, he disfrutado con el sonido que hacen las hojas cuando van pasando, con el olor al papel y su textura.
Hasta ahora puedo decir que nadie ha depositado en mis manos un regalo más poderoso como aquél que mi abuela me entregó hace ya tantos años.
De toda esta experiencia de vida, sólo lamento no haber aprendido a dibujar.
Gracias, abuela, por ampliar mi campo visual hasta el infinito.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home